Contagiarse o sufrir de hambre, el dilema

Por Benito Ortega Hernández

Benito Ortega Hernández

A la crisis sanitaria que ha generado el coronavirus, se aúna la amenaza de una devastadora recesión económica que ya se refleja en el cierre de empresas, sobre todo micro y pequeñas, y por ende la pérdida creciente de miles de empleos, mientras que el Presidente de la República, entretenido en su burbuja de enfrentamientos con los “conservadores” del pasado, decrece en su popularidad a causa de las decisiones para enfrentar la pandemia y toda sus consecuencias.

Negros nubarrones se ciernen sobre México, el panorama no puede ser más desalentador, ante un impasible y belicoso Presidente de la República, ocupado en confrontaciones estériles, que lo mismo entabla con medios de comunicación y ex funcionarios, que abre frentes de batalla con los representantes de la Iniciativa Privada, mientras que el país se encuentra “estresado” a causa de los efectos de la epidemia, en medio de informaciones oficiales contradictorias sobre la cantidad de personas afectadas, cifras cuestionadas no solamente por especialistas nacionales, sino del ámbito internacional.

Aunque el escenario de crisis es global, en México la incertidumbre se agranda a causa de la actitud pendenciera que asume, no el representante de la institución presidencial, sino un vengativo político que al llegar al poder, sacó a relucir el rencor por los agravios y desagravios personales guardados desde su época de “combatiente popular”, y sin importarle afectar al país, se dedica a cobrar esas viejas facturas, estimulado por las vísceras y no por el entendimiento y la razón.

Tal pareciera que el objetivo de abrir frentes de batalla políticos, incluso fuera del país, tuviera como objetivo crear “cortinas de humo” a lo que ha ocasionado la pandemia, sobre todo para tratar de esconder acciones tardías y a medias, que se tomaron para mitigar la propagación de los contagios que provocan la enfermedad conocida como Covid 19.

Hay un factor que empieza a hacer mella en el ánimo del tabasqueño, que son los resultados de estudios de opinión, como el de Mitofsky, que señala que en las dos últimas semanas  el 53 por ciento de los mexicanos desaprueba lo que ha realizado López Obrador frente a la pandemia. Aunque también hay que decir que el periódico El Financiero, aún lo ubica en los niveles de 60 por ciento de popularidad.

Las supuestas verdades a medias y contradicciones en que ha caído el vocero de la Secretaría de Salud, sobre las cifras oficiales de contagios, fallecimientos y estimaciones que señalan escenarios diferentes a lo que sucede, son cuestionadas por ex Secretarios de Salud y especialistas internacionales, lo que provocó el enojo de López Obrador, quien atribuyó las descalificaciones a fines políticos del pasado, e incluso arremetió contra la comunidad médica.

Iniciada desde la silla presidencial, hay una polarización, sobre todo en redes sociales, pero que puede extenderse a los medios convencionales de comunicación, que le abona a la tensión que sufren los mexicanos a causa del riesgo de ser contaminados por el coronavirus, situación exacerbada que se eleva con los problemas económicos de los miles de hogares que han quedado a la deriva al perder espacios laborales, tanto formales como informales.

La intención de AMLO por lograr que el Congreso le apruebe la decisión unipersonal de modificar el presupuesto para garantizar sus proyectos sexenales, y desviar  recursos a la emergencia sanitaria,  es otro de los distractores, sin dejar de lado que desde el primero de junio próximo entrarán en vigor nuevos impuestos que gravarán los bienes y servicios que se prestan a través de internet, así como al transporte terrestre, y que al final los paganos serán los usuarios, ya que las empresas y concesionarios no lo absorberán.

Los gobernadores de Durango, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Michoacán, formaron un frente que tiene como objetivo tomar decisiones sobre la reactivación de la economía, de acuerdo al comportamiento de los contagios en sus respectivas entidades, pero también exigir una revisión a la que consideran inequitativa, Ley de Coordinación Fiscal, e impedir que se cancelen programas 2020 ya establecidos para los estados dentro del PEF, como los que conciernen al Servicio Nacional de Empleo, y los proyectos que se refieren a la generación de las energías sanas, como la eólica y solar.

Son factores que influyen a crear el escenario nada halagüeño que se presenta, y dentro de lo cual lo único cierto es que la cantidad de contagios está en aumento porque buena parte de la población ha hecho caso omiso del confinamiento, motivados por el ejemplo que proyecta AMLO, y lo más preocupante son los miles de hogares que se han quedado sin el sustento económico.

 Y sin embargo, el Gobierno Federal no parece enterado de lo que sucede, y son los gobiernos estatales y municipales, los que tendrán que salir al quite y hacer uso de financiamientos extraordinarios para amortiguar los efectos de lo que está por venir en la economía.

En Durango, hay expectativas de los miles de trabajadores formales e informales, de que se les proporcionarán compensaciones económicas que les permitan hacer frente a la pérdida de sus fuentes de ingresos. Ya se registró el cierre del Hotel Gobernador, que empezó a despedir empleados. Y lo mismo sucede en algunas maquiladoras, que no aguantaron la cuarentena.

Y hay cientos de empresas micro y pequeñas que no soportarán el cierre hasta la fecha señalada. Madres de familia solteras que fueron despedidas de las casas donde servían, buscan ayuda alimentaria para sus hijos. El dilema es trabajar y contagiarse del coronavirus y enfrentar el riesgo de morir, o fallecer por hambre.