Por Marco Antonio Olaguez Bayona

Marco Antonio Olaguez Bayona

Aprovechando que en cartelera no hay opciones demasiado interesantes, quiero recomendarles una película que está considerada como un clásico y como una joya, y me refiero a ‘Drácula de Bram Stoker’, una referencia obligada para todos aquellos que gusten del cine en general. La película fue dirigida por Francis Ford Coppola y se estrenó en 1992.

Pero, ¿Por qué esta película es tan interesante? Esto se debe a que estamos ante la más fiel transcripción de los hechos narrados en la famosa novela de Drácula, de la que se respeta incluso la estructura narrativa, basada en hacer evolucionar la historia a través de la lectura de los diarios de diversos personajes. El ejercicio es impresionante, porque Coppola no se queda sólo con lo descrito en la novela, sino que nutre la película con la incorporación de un prólogo plásticamente impecable en el que se narra el origen del vampiro, que es capaz de imprimir una motivación a todos sus actos posteriores, y esto se logra al plasmar el desmesurado amor que el Príncipe Vlad (El Empalador), siente por su adorada Elisabetta, ella se suicidó por una mentira contada por los enemigos de Vlad. El príncipe ante esto se convierte en Drácula, sin embargo, este desmesurado amor es revivido al contemplar el parecido de ésta con la joven Mina Harker, 400 años después de la muerte de la primera. Es aquí donde hay una bifurcación entre las obras pues Stoker plasmo a Drácula como una encarnación del mal, quién era vil y despreciable, sólo porque podía y Coppola retrató a Drácula como un ser resentido, desolado, con un corazón roto, engañado por la fe y con el anhelo de recuperar lo que alguna vez tuvo, pero con la paciencia como para cruzar océanos de tiempo y encontrar el alma de la mujer que alguna vez amó, aclarando, sin caer en lo ridículo.

No es que defienda a la película a ultranza, pero está es una excelente cinta en todos los sentidos, empezando por la dirección, pues el señor Francis Ford Coppola nos entrega uno de sus mejores trabajos, quizá un escalón por debajo de lo que nos entregó en ‘El Padrino I y II’ pero eso no le quita méritos, se nota el cariño en la realización. La película cuenta además con unas actuaciones soberbias (Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves y Anthony Hopkins están estupendos), con una música capaz de erizar la piel y una dirección artística de belleza exquisita, que logra hibridar una especie de ejercicio operístico que premia lo visual con una ambientación neogótica que aun en 2017 es capaz de embriagarnos con su elegancia. Y si no aprecias nada de esto, aquí vas a encontrar verdaderos vampiros, tenebrosos, que comen bebes, que hacen festines de sangre, en orgías, que controlan a otras bestias, pero que a la vez son elegantes y seductores, nada que ver con la porquería que es ‘The Twilight Saga’. Siempre se dice que el libro es mejor que la película y por lo regular es así, pero ‘Drácula de Bram Stoker’ es la excepción a esta regla. Que disfruten la película.