Liderazgos, ¿se heredan o se construyen?

Por Por Oswaldo Rodríguez 

“Maquiavelo parte del supuesto de que los hombres son, esencialmente perversos y por ello el príncipe debe de poseer una inteligencia capaz de adaptarse a las circunstancias de modo que no se aparte del bien mientras pueda, pero que tampoco dude, caso de necesidad, a entrar en el mal” (Cordova, L. VIII D). 

Hemos visto infinidad de campañas caer por este frecuente error, y al día siguiente del proceso electoral, la pregunta recurrente es, ¿en donde estuvo el error? No obstante, debemos de partir por el análisis del candidato. 

Maquiavelo sostenía que, la naturaleza del político debía de ser diferente a la de todos los demás, de hecho, el jamás mencionó la palabra político en su libro más famoso, El Príncipe, pues para él, el príncipe debería de ser un dador de esperanza, pero al muy estilo platónico, también debería de ser un pastor de rebaño y no un lobo que devorará las ovejas. 

No obstante, al hablar de liderazgos y Maquiavelo, podemos, primero, definir tres Principado, el hereditario, el eclesiástico y el ciudadano, del segundo de ellos no vamos a hablar, pues, representa un factor de fe que siempre tendrá un impacto en los ciudadanos, a pesar de no saber si es verdad o falsedad, e incluso, podría ser ese temor el que no nos hará dudar de la propia verdad. 

Decía Maquiavelo que, era más fácil conservar un estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido de los príncipes anteriores, de tal modo que si un príncipe es de mediana inteligencia se mantendrá siempre en su estado. Sin embargo, todo estará bien mientras no haya alguien que refute el nulo trabajo de este príncipe o que, no cumpla con las expectativas ciudadanas. 

Maquiavelo, el gran padre de la filosofía política, sostuvo que los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en imitar las acciones de los demás, sin embargo, todo hombre prudente debe de entrar en el camino seguido por los grandes e imitar a quienes hayan sido excelsos, para que, si no os iguala en virtud, por lo menos se les acerque. Los principados de nueva creación son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil el príncipe que los adquiere, pero, además, requieren de la necesidad de la participación del pueblo, de la percepción de poder y sobre todo, del ejercicio del mismo. Para ser hay que parecer. Juzgue entonces usted si los liderazgos de heredan o se construyen. Al tiempo.